miércoles, 1 de septiembre de 2010

El marrullero (Remasterizada)

Marrullero: Persona violenta, que usa artimañas, poco legales, para llevar a cabo otras acciones. Véase el ejemplo del siguiente hombre:

Juan siempre fue un chaval torpe con el esférico en sus pies, cosa que le hacía ser siempre en el recreo el central, o el portero. Juan prefería lo primero. Le volvía loco eso de correr detrás del delantero para quitarle el balon, de una manera u otra. Si su delantero era más veloz que él, se las ingeniaba para llegar siempre antes que él; sino llegaba tarde, hacía valer el dicho que se ha extendido a todos los centrales: "O balón o jugador, no las dos cosas". Juan era fiel a eso. Siempre buscaba el contacto, disfrutaba con eso.

Y de los patios del recreo, a los campos de arena. Del terreno de juego amarillo, al verde artificial. Del césped no regado, a la hierba tratada con sumo cuidado. Así fue la carrera de Juan.

Durante el partido, el nunca confiaba en su portero; por eso nunca subía a rematar un saque de esquina. A sus compañeros de césped, siempre les guardaba las espaldas. En ellos sí confiaba. Confiaba en que no conseguirían alojar el balón en las mallas rivales, y que él tendría que emplearse a fondo en la contra. Y eso le encantaba.

La carrera de Juan estuvo llena de dureza, de contundencia, de entradas duras a ras de suelo, de codos abiertos en los saltos, de palabras malsonantes a todo aquel que pasara por delante. Y se ganó el respeto de todo sus compañeros. Respeto, o más bien miedo.

En sus inicios podía suplir su falta de calidad con un gran despliegue físico. Pero con el paso de los años, sus rodillas fueron perdiendo fuelle. Cada vez era menos rápido. Cada vez era más "El cojo", apodo cariñoso de su hinchada. La velocidad la fue supliendo con saber estar en el terreno de juego. Saber colocarse, anticiparse. Sino, cualquier treta o artimaña para seguir siendo un muro. Un mariscal de campo.

La carrera de Juan dio una giro inesperado en el último partido. Su último partido. El de su retirada. En el que su equipo se jugaba el liderato ante su afición.

Corría el minuto 89. Empate a 0. El equipo de Juan necesita marcar un gol para ganar la liga. El mediocentro creador (hay que apuntar que en el equipo de Juan, era este el único destructor de juego) Gabi, la recoje en el centro del campo. Amaga, vuelve sobre sus paso, levanta la cabeza, recorta, busca el pase. Pero nada. Antes de intentar darle más ritmo a su equipo, el '5' visitante embiste brutalmente a Gabi.

¿Hace falta comentar quien estaba ya allí?... Pues sí, Juan. Una grandísima tangana, que termina con un par de cartulinas amarillas, el árbitro no quiere complicarse el partido, esta deseando irse para su casa, a ver a su familia.

Tras esto, el entrenador le dice a Juan que suba a rematar, que es lo último que les queda... Estamos ya en el alargue. 4 minutos.

El estadio enmudece, suena el silbato del arbitro. Como si fuese un mecanismo, de un juguete de niño nuevo, Rafa le pega al balón. A la olla. Tras muchos rechaces, le cae a Juan. Nervioso como nunca, intenta no hacer lo de siempre. Pisa el esférico, y mira a la cara a su defensor. "Aún hay alguien mas nervioso que yo", pensó. Los ojos de su marcador, reflejaban miedo, angustia, indecisión.

Cuando el defensor, indeciso, decide hacer su trabajo, Juan ya le ha pasado el balón entre las piernas. Juan no sabe que hacer, su primer caño y llega en este momento. Desde chico soñó con esto. Soñó como celebrarlo. Pero ahora no hay tiempo para pensar. El balón no está controlado y un esperanzado portero va corriendo a evitar la ocasión de gol. Se lanza a los pies de Juan. Ante la salida del cancerbero, con un toque sutil, la sitúa por encima del portero. Vaselina, gol, victoria y liga para el marrullero. La retirada perfecta.

1 comentario:

Alberto Zeal dijo...

El texto está genial. Creas una tensión tan acuciante en los últimos párrafos que el lector no es capaz de dejar tu texto. Brillante ^^

Por cierto, ¿Juan? ¿No habría sido mejor llamarle Javi? ¿O Pablo? :P