viernes, 17 de septiembre de 2010

Vivencias de un entrenador (II)

Tras la primera edición, que parece que gustó, viene la segunda entrega. Cualquier parecido con la realidad es pura ficción. Vamos, como Star Wars... 



Llegó la semana del segundo partido…

Durante la semana buscamos todo tipo de ejercicios para mejorar, para motivar. Pero es que había tanto que mejorar y tan poco tiempo... Sigues sin explicarte como cosas tan sencillas no las saben. "¿Triángulo defensivo? ¡Ah! Esos son los que tienen todos los lados iguales".

El lunes lo agarras con ganas. Tu objetivo es plantar cara al equipo de esta semana. Demostrar que no sois tan malos como te han dicho. "¿32 puntos a tiempo corrido? ¿Son ciegos tus niños?" "Me alegro que estés haciendo una obra social con mancos". Pero pasas un poco de lo que dicen. Es tu primer año como entrenador y te lo vas a currar.

Pasa el lunes, el miércoles y el viernes. En una semana es imposible mejorar tanto. "Si lo más redondo que han visto ha sido un ladrillo, no puedes pretender que sean ahora jugadores de baloncesto; y menos en una semana" me decía un gran amigo. Y tiempo era lo que hacía falta, pero de lo que menos teníamos.

El segundo partido se juega cerca de tu casa. Donde tú siempre has jugado. Esos aros se tragaron tus primeros puntos. Esa pista fue la primera que te vio saltar, defender... Por eso mismo, cada día ves el calendario antes de entrenar. Señalas en rojo el día y vas tachando los días. El sábado vuelve a ser el día más importante de la semana. Había ganas; muchas ganas. Los entrenadores y los chavales habíamos trabajado duro. Había ilusión y ganas de competir, de poder vencer. Y que mejor partido que el segundo de liga. 

Suena el despertador el sábado y saltas de la cama. Otros días, las sábanas se te pegan. Hoy nada te para. Desayunas con ganas. "Hoy ganamos". Te convences de eso una y otra vez. Y te repites la frase durante todo el trayecto hasta el polideportivo.

Pero ya allí, las ganas se convierten en nerviosismo. Una vez más. Si te tiembla la mano o la pierna por los nervios, tú dices que es el frío. Pero lo peor está por llegar. El partido es a las 10 y ya son las 9:25. Y nadie aparece. Estáis convencidos de que el partido es a esa hora, ese día y en esa pista. Pero parece ser que no. Un chaval con chándal, que te ha escuchado se acerca y te dice: "¿A las diez? El partido empieza a las 11:30; soy el árbitro". Las ganas no son buenas consejeras; al menos el exceso de las mismas. Sin embargo, los dos entrenadores aseguráis que el partido era a las 10. Una hora por delante. ¿Qué hacer? Hay un balón, dos canastas, una pista... Parece el anuncio de Mahou. ¿Partido a dos canastas?

El partido, quizás es con lo que más disfrutaron los chavales. Y tú más que ellos. Te ves bien, llevas polo y vaqueros, pero te ves rápido, con clase, calidad, tiro, visión de juego... chaval, eres senior, has jugado más años que ellos, y además son cadetes... 

Ese día tuvisteis la genial idea de llevar la estadística del partido. Y un colega decidió echar una mano. ¡Un saludo tío! Tienes futuro como estadístico. El problema, es que él no conocía a ningún jugador. Y en la rueda de calentamiento, tienes que ir dándole referencias de tus jugadores: "el gafas", "el empanao", "el gordito", "el barbas", "el petao", "el otro empanao", "el melenas", "el empanao de las gafas"... los hombres que están en todos los equipos de hoy en día.

El partido fue otra derrota. Eran los segundos de la liga. Pero perdimos sólo de 7, tras disputar y competir todo el partido. Incluso fuimos ganando, nada mal. El equipo parecía ir por buen camino. De todas formas, si los aros los cambiasen por piscinas, las cosas irían mejor. Mucho mejor.


¿Hubo donuts? Si. Para todos los presentes allí. Invitados por los propios chavales, y por los entrenadores. Una derrota dulce para ellos, y algo cara para nosotros.

 (Continuará)


PD: Pequeños cambios: un homenaje a Andrés Montes con sus frases, para calificar el texto y un banner propio :P. Espero que guste

1 comentario:

Alberto Zeal dijo...

Si le sirve de consuelo a tu colega, muchos hemos hecho lo mismo que él en determinados encuentros (me refiero a lo de poner motes). A mí me ocurrió con el Sevilla Atlético, que tuve que ponerles nicks a todos pq no había huevos de saberse los nombres de cada uno de ellos :P

Por otra parte, la moraleja de tu historia es clara: hay que tener paciencia con los chavales. Yo lo he aprendido como profesor y, créeme, el truco de la paciencia siempre acaba funcionando ^_^